SECUELA PSICOLÓGICA: LA HUELLA PSÍQUICA Y SU DIAGNÓSTICO EN LA VÍCTIMA DEL DELITO.
Art. Org. Arce, R.,
Novo, M., y Amado, B.G. (2014). Cictimización. Evaluación Psicológica forense.
EN D.B. Wexler, F. Fariña, L.a. Morales y S.O. Colín (Comps.), Justicia
Terapéutica: Experiencias y aplicaciones (pp.161-174) México, DF: Instituto
Nacional de Ciencias Penales ISBN:978-607-9404-33-8.
INTRODUCCIÓN
El daño psíquico se ha definido mediante la medida de los efectos de un acto delictivo sobre la salud mental de la víctima. En la Práctica forense la huella que se ha identificado como propia de un hecho delictivo es el Trastorno de Estrés Postraumático (TEP) (V. gr., Blanchard y Hickling, 2004; Bryant y Harvey, 1995; Echeburúa y corral, 1995; Taylor y Koch, 1995; Vallejo-Pareja, 1998) al comprobarse sistemáticamente que este trastorno estaba relacionado con situaciones traumáticas de diversa índoles, tales como agresiones sexuales, desastres naturales, guerras, secuestros, tortura o accidentes.
En términos de
evaluación clínica, las hipótesis diagnósticas para estos casos también
incluyen hipocondriasis, histeria, depresión, ansiedad inadaptación social,
trastorno adaptativo, distimia, entre otros (v. gr., Echeburúa, Corral y Amor, 2002). En todo caso, caben
diferentes diagnósticos primarios, un diagnóstico primario y otro u otros
secundarios, o sea, comorbilidad.
Sin embargo, en la
práctica forense sólo es de interés el diagnóstico del TEP al tiempo que es
preciso vincular éste con el objeto del delito o acción a juzgar. En otras
palabras, sólo el TEP responde a la huella psíquica y, además, en el contexto
legal es necesario establecer inequívocamente que es consecuencia del acto a
juzgar y no de otra causa o de la interacción con otra causa. De hecho, otro
diagnóstico tal como la depresión no tiene valor legal alguno como huella
psíquica porque no supone el trastorno de referencia ni puede relacionarse con
la acción a juzgar.
A demás del diagnóstico
principal (TEP) la víctima de un delito presenta una serie de reacciones que
aparecen contiguas a este. En este sentido, la víctima sufre un shock que la
inhabilita para actuar en esa situación, sentimientos de angustia,
desconfianza, miedo, negación, vulnerabilidad e indefensión.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
DEL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEP).
La versión actual del
DSM-V (Amerian Psiquiatric Association,
2013) recoge el TEP dentro del apartado dedicado a los trastornos de ansiedad,
y lo define de acuerdo con los siguientes criterios diagnósticos:
Criterio A: La persona
ha estado expuesta a un acontecimiento caracterizado por muertes, amenazas de
muerte o violencia sexual en uno (o más) de los siguientes modos:
1.- Experimentación
directa de eventos traumáticos.
2.- Testigo, en
persona, de eventos traumáticos que les suceden a otros.
3.- Conocimiento de
eventos traumáticos que les sucedieron a sus familiares o amigos cercanos. En
aquellos casos en los que los familiares o amigos hayan muerto o experimentado
eventos cercanos a la muerte, éstos deben haber sido violentos o accidentales.
4.- Exposición
repentina o extrema a pormenores de eventos traumáticos (p.ej., servicios de emergencias reuniendo restos humanos; policías
expuestos continuamente a casos de abusos de menores).
Criterio B: Presencia
de uno (o más) de los siguientes síntomas intrusivos asociados al evento
traumático (de inicio posterior al acontecimiento del evento traumático):
1.- Recuerdos
recurrentes, involuntarios e intrusivos del evento traumático, que provocan
malestar.
2.- Sueños de carácter
recurrente relacionados en contenido o afecto con el evento traumático que
producen malestar.
3.- Reacciones
disociativas (p.ej., flashbacks) en
las que la persona actúa o siente que los hechos traumáticos están sucediendo
de nuevo (estas reacciones pueden producirse a lo largo de un continuum, en el que la forma más
extrema de expresión sería perder la noción de lo que está sucediendo en el
presente).
4.- Malestar
psicológico intenso o prolongado al exponerse a estímulos internos o externos
que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
5.- Respuestas
fisiológicas acusadas al exponerse a estímulos internos o externos que
simbolicen o recuerden un aspecto del acontecimiento traumático.
Criterio C: Evitación
persistente de estímulos asociados con el evento traumático, de inicio
posterior a la exposición al evento traumático, tal y como indican uno (o
ambos) de los siguientes síntomas:
1.- Evitación o
esfuerzos para evitar pensamientos, recuerdos o sentimientos que provocan
malestar sobre o estrechamente relacionados con el suceso traumático.
2.- Evitación o
esfuerzos para evitar estímulos externos (personas, lugares, situaciones,
actividades u objetos) asociados con el evento traumático que provocan
recuerdos, pensamientos o sentimientos desagradables.
Criterio D:
Alteraciones negativas en las cogniciones y emociones asociadas al evento
traumático, de inicio posterior (o empeoramiento) al evento traumático, tal y
como indican dos (o más) de los siguientes síntomas.
1.- Incapacidad para
recordar un aspecto importante del trauma.
2.- Creencias o
expectativas persistentes y exageradamente negativas sobre uno mismo, sobre los
demás o sobre el mundo.
3.- Cogniciones
persistentes y distorsionadas sobre las causas o consecuencias del evento
traumático que llevan a la persona a culparse a sí misma o a los demás.
4.- Estado emocional
negativo persistente.
5.- Reducción acusada
del interés o la participación en actividades significativas.
6.- Sensación de
desapego o enajenación frente a los demás.
7. Incapacidad
persistente para experimentar emociones positivas.
Criterio E:
Alteraciones acusadas de la activación (arousal y reactividad) asociada con el
evento traumático, de inicio posterior (o empeoramiento) al evento traumático,
tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:
1.- Irritabilidad o
ataques de ira, que generalmente se expresan en agresiones físicas o verbales a
personas u objetos.
2.- Comportamiento
imprudente o autodestructivo.
3.- Hipervigilancia.
4.- Respuestas
exageradas o de sobresalto.
5.- Dificultades para
concentrarse.
6.- Dificultades para
conciliar y mantener el sueño.
Criterio F: Estas
alteraciones (síntomas de los criterios B,C,D,E) se prolongan más de un mes.
Criterio G: Estas
alteraciones provocan malestar clínicamente significativo y deterioro social,
laboral o de otras áreas importantes en la actividad del individuo.
Criterio H: Estas
alteraciones no son atribuibles a los efectos psicológicos de una sustancias
(p.ej. medicación y alcohol) u otra enfermedad.
COMORBILIDAD.
El TEP presenta una
elevada comorbilidad que ronda el 80% en
algunos trabajos (p.ej. Brady, 1997; Solomon y Davidson, 1997). Así, se ha
evidenciado que puede aparecer acompañado de otros cuadros como: trastorno
depresivo mayor, trastornos de ansiedad, abuso de sustancias y suicidio,
psicosis reactiva breve, trastorno disociativo de identidad múltiple, fuga
disociativa, amnesia disociativa, trastornos de conversión, de despersonalización,
por somatización, de personalidad tipo límite o antisocial o trastornos mixtos
de la personalidad, hipocondriasis, histeria o trastorno adaptativo (p.ej.,
Brooks, 1995; Echeburúa et al., 2002;
Embry, 1990; Green, Lindy y Grace, 1985; Schiebe, Bagby, Miller y Doria, 2001).
Otros estudios (p.ej.
Kessler, Sonega, Hughes y Nelson, 1995) informan que los diagnósticos que con
mayor frecuencia acompañan al TEP son el abuso de alcohol, la depresión mayor,
trastornos de conducta, fobia social y agorafobia.
EPIDEMIOLOGÍA
Estimaciones de Heler,
Robins y McEvoy (1987) y Perkonigg et al., (2000). Prevalencia de entre el 1-2%
en población general.
Estimaciones de
Breslau, David, Peterson y Schultz (1997). Prevalencia en población femenina
del 18,3%.
Estimaciones de Carvajal
(2002). Prevalencia del TEP según tipo de trauma
Tipo de Trauma
|
H
|
M
|
Violación
|
65
|
45,9
|
Abusos sexual
|
12,2
|
26,5
|
Asalto
|
1,8
|
21,3
|
Accidente
|
6,3
|
8,8
|
Desastres naturales
|
3,7
|
5,4
|
Combate
|
38,8
|
------
|
Testigos de muerte o
lesiones
|
9,1
|
2,8
|
Informarse acerca del
hecho traumático
|
1,4
|
3,2
|
Muerte súbita de un ser
querido
|
12,6
|
16,2
|
H (Hombres) M(Mujeres)
Dentro del Estado
Español, Echeburúa y Corral (1998) corroboraron, entre víctimas de violencia de
género, una prevalencia entre 50-55%. Posteriormente, se obervó una prevalencia
del 54,5% en una muestra compuesta por víctimas de agresión sexual (69,9%),
violencia familiar (46,2%) y terrorismo (66,7%).
Ignacio González Sarrió.
Doctor en Psicología Jurídica.
Perito judicial y forense.
Miembro del Turno de Peritos Forenses del Ilustre Colegio Oficial de
Psicólogos.
NºCol.cv06179.
696102043
Valencia.
Comentarios
Publicar un comentario